¿Qué es en realidad una ciudad? ¿Por qué vivimos juntos en espacios tan limitados? ¿Cómo nos relacionaremos en el futuro? ¿Cómo resolverán las grandes metrópolis los retos de la salud pública, el cambio climático o la movilidad? ¿Cuál será el papel de las pequeñas y medianas urbes? Todas estas incógnitas están hoy sobre la mesa y anticipan un cambio de paradigma en el que la tecnología jugará un papel determinante. Empezando por el 5G, una puerta al futuro que ayudará a redefinir la realidad urbana.
Las ciudades, un modelo de organización humana que se remonta al año 3.000 antes de Cristo, se enfrentan al gran desafío de abordar al mismo tiempo múltiples transformaciones para ser sostenibles, inteligentes y humanas. El 66 por ciento de la población mundial vivirá en 2050 en áreas metropolitanas. Grandes protagonistas del siglo XXI, las ciudades tendrán que reinventar el funcionamiento de los servicios urbanos, la gestión del espacio público, la seguridad y la movilidad de cientos de miles de personas. Para ser más resilientes y adaptarse al cambio climático y a las nuevas dinámicas sociales, necesitarán sincronizar a numerosos actores públicos y privados para convertirse en proveedores eficientes para sus clientes: la ciudadanía.
El concepto de Smart City (ciudad inteligente), que surgió a comienzos del presente siglo de la mano de algunos gigantes informáticos, hace referencia a aquellas urbes que utilizan el potencial de la tecnología y de la innovación, junto al resto de recursos, para promover de manera más eficiente un desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. La información es el nuevo hilo dorado que permite obrar el milagro. Para ello es necesario recibir y procesar en tiempo real los datos de lo que sucede en cada momento para así poder reaccionar al instante y modificar los servicios de acuerdo a las nuevas necesidades.
Mini antenas en el mobiliario urbano
La clave para este nuevo funcionamiento es una conectividad permanente que exige a los operadores el despliegue de nuevas redes formadas por micro-antenas, mimetizadas con el entorno y ubicadas en el mobiliario urbano, que solucionan la demanda de cobertura especialmente en aquellos lugares en que hay una alta concentración de personas, como pueden ser centros comerciales, estadios deportivos o el transporte público.
Es necesario gestionar un flujo infinito de datos. La tecnología 5G amplía la capacidad de la red al dividir la cobertura en áreas mucho más pequeñas, con una antena de muy baja potencia en cada una de ellas. Cada antena ofrece servicio a muy pocos usuarios, permitiendo que tengan una velocidad de datos muy alta (hay menos usuarios entre los que repartir), con una potencia muy reducida (equivalente a hablar en voz baja) y minimizando las interferencias con otras áreas cercanas.
La densificación de redes de comunicaciones con 5G en la ciudad ofrece al ciudadano la posibilidad de acceder a contenidos, aplicaciones y servicios de valor añadido con mínima latencia (tiempo de reacción). Aplicaciones como las relacionadas con el consumo de bienes y servicios, ocio, turismo y las relaciones del ciudadano con su administración se verán mejoradas sensiblemente con la llegada del 5G. Veremos nuevas formas de seguridad y de respuesta en caso de emergencias, vehículos autónomos para atender las demandas de movilidad, nuevas experiencias de compra y visualizaciones inmersivas que transformarán nuestro conocimiento de la ciudad. Sentiremos la trama urbana de otra manera.
La tecnología 5G potenciará el desarrollo de soluciones con una elevada eficiencia energética, que reduzcan el impacto de las comunicaciones móviles en la huella de carbono y el calentamiento global. El objetivo es reducir en un 10% el consumo eléctrico de los equipos. El 5G también puede ayudar a cuidar mejor el planeta digitalizando actividades como la recogida selectiva de residuos en las ciudades. Podrá haber contenedores inteligentes que reconozcan y clasifiquen los diferentes tipos de plásticos o vidrios y que identifiquen, mediante reconocimiento fácil, a la persona que los deposita. Todo un salto adelante.
Reequilibrio territorial y reducción de la brecha digital
Pero la quinta generación de tecnología móvil no sólo permitirá la transformación de las grandes ciudades, sino que también ayudará a un reequilibrio entre las zonas urbanas, las ciudades pequeñas y medianas y las áreas rurales. Es decir, reducirá la denominada brecha digital, la que divide a los habitantes de grandes núcleos con muchos servicios de aquellos que viven en zonas con poca población y escaso acceso a educación, sanidad o servicios financieros, entre otros.
El 5G va a permitir ampliar la cobertura de banda ancha a velocidades altas en zonas rurales y aisladas, contribuyendo a la dinamización del sector agrícola y de la industria de proximidad y poniendo al alcance de la población aplicaciones y servicios. Un poderoso instrumento para el reequilibrio territorial, para hacer frente a los problemas de despoblación y para crear una nueva red de ciudades de todos los tamaños, donde lo importante sea compartir conocimiento y mejorar la calidad de vida.