La vida son decisiones. Algunas veces tenemos suficiente tiempo para tomarlas. Otras veces, debemos escoger de forma inmediata entre diversas opciones. Cualquier retraso puede ser perjudicial y cambiar el signo de los acontecimientos. Lo más importante para tomar decisiones es tener la máxima información posible y una clara jerarquía de valores.
La sociedad de la velocidad en que vivimos requiere que humanos y máquinas reduzcan al mínimo posible el tiempo de respuesta. Que todo esté acompasado y sincronizado. En este contexto, la revolución del 5G hará que nos familiaricemos con un vocablo procedente del mundo de la biología. Se trata de la latencia. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el tiempo que transcurre entre un estímulo y la respuesta que produce. En el campo médico la latencia es el lapso entre el momento en que se contrae una enfermedad y la aparición de los primeros síntomas. Algo muy actual.
En el mundo de las telecomunicaciones, y también de la informática, la latencia es la suma de retrasos temporales dentro de una red debido a diversos factores que afectan a la transmisión de los paquetes de datos que circulan por la misma.
La quinta generación de la telefonía móvil reduce drásticamente el tiempo de latencia hasta situarlo en torno a entre cinco y un milisegundo, es decir 400 veces menos que el parpadeo de un ojo. Esta hipervelocidad cambiará la experiencia en nuestra navegación en Internet. Tardaremos apenas unos segundos en descargar una canción y bajar una película en alta calidad será cuestión de muy pocos minutos. La experiencia de usuario con los videojuegos también mejorará porque la partidas online serán mucho más ágiles y será más fácil reaccionar a ciertas situaciones. Y lo mismo sucederá con las videoconferencias, ese modo de relación que se ha generalizado con la pandemia.
Sincronización entre máquinas y vehículo autónomo
La baja latencia permitirá dar un gran salto adelante en la automatización industrial. Las máquinas se comunicarán entre sí con un grado de fiabilidad que permitirá que cualquier error pueda ser corregido al instante. También facilitará controlar remotamente con gran precisión máquinas y robots en entornos industriales, con mejoras de eficiencia y grandes ahorros para las empresas. Un gran avance en productividad.
Hablaremos de la comunicación masiva entre máquinas. El despliegue de redes 5G será determinante en las comunicaciones entre dispositivos (sensores, ordenadores, robots…), ya que se prevén densidades de hasta un millón de dispositivos conectados por kilómetro cuadrado.
Y la reducción del tiempo de respuesta será clave para el desarrollo del vehículo autónomo y conectado. La capacidad de reacción será vital para evitar accidentes en la nueva movilidad, que necesitará leer, interpretar y gestionar la información al menos tan rápido como lo hacemos nosotros cuando conducimos un vehículo. Todo un nuevo reto que marcará el futuro de los modos de transporte, de las vías de comunicación y de las ciudades inteligentes.